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martes, 29 de noviembre de 2011

Identidad voluble

Todo en mi familia pasa los sábados.
En el consabido almuerzo familiar, mi prima, de la que había hablado antes, se sentó a mi lado y entre charla y chisme me preguntó: ¿pero entonces tú eres lesbiana?
No supe qué responder, pues siempre he luchado por la clasificación a priori de nuestra identidad.
- Depende - finalmente dije.
- ¿De qué? - preguntó genuinamente la prima.
- La clasificación en géneros se me hace ya obsoleta. Tenemos los mismos cromosomas, uno que otro trauma de infancia, alguna diferencia física y una construcción social de género que pasa sutilmente desde jardines infantiles hasta títulos universitarios. Soy mujer, soy hombre, soy sol, soy luna, soy mar, soy recuerdo, soy un gran cúmulo de partículas orgánicas animadas. Creo que todos somos identidades volubles, maleables que nos vamos construyendo diariamente hasta alcanzar el fruto de nuestra esencia.
- ¿O sea?
- Soy... una ser humana
Y entre risas se diluyó una de las clásicas preguntas que pretenden encasillar nuestra cambiante identidad.

martes, 22 de noviembre de 2011

Iniciación - L4


Para terminar con la veloz mirada del tipo de inicios lésbicos, algunos merecen un estudio psicológico, como el caso de mujeres que buscan mamá o que buscan hija en las relaciones que establecen (esto, claramente, no es único de relaciones homosexuales). 
Entonces, de repente, sales con alguien quince o más años mayor, o menor, que tú y te dices que todo está bien, que el amor no tiene edad. Amigos, conocidos o familiares, menean la cabeza cada vez que te ven con tu amor cogida de la mano. Lo desaprueban.
Una vez ese algo psicológico, etéreo y difuso, ha sido tratado de manera conciente o inconciente, te encuentras en medio de una relación que te puede: estancar, aburrir o, definitivamente, comprobar que “el amor no tiene edad”. A este tipo de iniciación podríamos llamar L-anti-edad

lunes, 21 de noviembre de 2011

Iniciación - L3

Existen, desafortunadamente, inicios más drásticos y violentos, como el de la reacción ante una violación. En este caso, el trauma emocional y físico puede ser tan profundo, que la mujer busca el amparo de otra de su género, la suavidad, la seducción lenta, el consentimiento, la recuperación, en fin, del amor propio y la dignidad femenina arrasada por el ataque carnal de un macho que no puede controlar su deseo. A este inicio reaccionario le podemos llamar L-reactivo

viernes, 18 de noviembre de 2011

Iniciación - L2

Existe otro tipo de entrada al sub-mundo lésbico que son las llamadas "portones de entrada", menos mal no las llamaron "portales", o tendrían una connotación espiritual que no tiene nada que ver con su modus operandi. A este tipo de mujeres, ampliamente conocidas con nombre y apellido en cada generación, les gusta, como se dice vulgarmente, “desvirgar”, y ven cualquier mujer como carne fresca, convirtiéndose en las eternas iniciadoras al mundo lésbico. 
De esas, simplemente no te fíes para una relación estable sino para probar o conocer a sus amigas. Sí, cuando estás entrando al mundillo gay, esto vale como medio de conocimiento, pues acá no hay barrios abiertamente homosexuales ni bares donde puedes ir a "ligar". Bueno, volviendo al tema, esas son mujeres más experimentadas, normalmente mentirosas o "hablamie...." y les gusta tener varios arrocitos en bajo, “sin compromiso”. Se aburren con facilidad, salen corriendo cuando mencionas la palabra mi amor, matrimonio, vacaciones juntas y cualquier cosa que designe un paso a una etapa más formal.
A esta iniciación le podemos llamar, por lo tanto, L-portón

martes, 15 de noviembre de 2011

Iniciación L-1

Una vez se asume enteramente la decisión de ser homosexual, vienen las preguntas que cómo empezó que cómo se dio cuenta, que sus papás qué dicen, entre otras más.
Pues bueno, haré un recorrido por las varias modalidades de iniciación lésbica:
Una de las entradas —como en la pubertad suele pasar— puede estar inducida bajo los efectos del alcohol, cuando Baco desinhibe hasta las más ortodoxas, las más religiosas, las más mojigatas o las más reprimidas. A la que le gustó, pero ha sido criada dentro de la educación de corte clásico, le podrá adjudicar tal desvío al alcohol y salir airosa ante las dudas de sus compañeras. En este caso, en general, te conviertes en una lesbiana enclosetada, tapada, que vive una doble vida para no tener que enfrentar su inclinación ante la familia o la sociedad. Aunque otro puede ser el desenlace: esperar a tener un poco más de años, familia, hijos, perro y casa, para luego, a la llegada de la menopausia, salir corriendo con sus calores y refugiarte finalmente en los brazos de quien has estado soñando durante años.
Así que, este tipo de inicio se puede llamar L-alcohol

jueves, 10 de noviembre de 2011

MIEL-DA ABEJAS

Memoria de una conversación muy reciente:
-Hola, ¿como te llamas? - pregunta D. en una fiesta de cumpleaños.
-Alba, estoy recién llegada a Colombia, apenas ubicándome.
(un rato más tarde)
-Soy bisexual - dice D.
-¡Ah!- atino a exclamar.
-¿Qué tal si salimos? - dice D.
-¿No tienes acaso marido? - pregunto, como buena costumbre gallega (ellos responden con preguntas).
-Mi marido lo sabe, somos una familia abierta, a él no le importa que salga con mujeres - afirma D.
-No me interesa- digo.
-Desde que te vi me gustas- insiste D. - Te puedo hacer sentir cosas que nadie ha logrado - insinúa.
-Realmente, no me interesa- sonrío, me tomo el último sorbo de ginebra y me voy a mi casa donde nadie me espera.

sábado, 5 de noviembre de 2011

INOCENCIA LÉSBICA

La pubertad está cargada de curiosidad, exceso de información y un cuerpo en constante cambio. Bueno, tal vez antes no era así, por lo menos en lo que respecta a la información (recordemos que internet apareció hacia los noventas). Había temas tabú de los cuales no se podía hablar o sólo existían muy pocos interlocutores honestos - descartemos acá las (y los) psicólogas del colegio, que salían a llamar inmediatamente a los padres a informar sobre lo que ellas consideraban una anomalía. Bueno, vamos al grano: al este año descubrir mi preferencia por la compañía de las mujeres en todos los niveles (otros le llaman lesbianismo) recordé con vívida nitidez momentos en el colegio en los cuales ya estaba definida mi tendencia.
Me daban celos cuando mis amigas salían con novios que querían aprovecharse de ellas, o que no me caían bien. Disfrutaba al máximo la presencia de mi grupo de amigas y cuando me preguntaban si tenía novio a algún pretendiente, sacaba alguna excusa para no decir: "es que no me gustan los hombres, no les encuentro ninguna gracia... me caen bien, pero...". A veces decía: "no tengo tiempo para novios"; otras: "para qué tener novios si es tan bueno tener amigos".
Todo esto para decir que, si hubiera nacido con más acceso a información o a personas abiertas en su mentalidad, tal vez la inocencia lésbica se hubiera traducido rápidamente, y sin atropellos, en lo que soy actualmente. Aunque, en honor a la verdad, el camino no estuvo para nada mal.

jueves, 3 de noviembre de 2011

¡UY NO! ES QUE SI PRUEBO, ME CONVIERTO EN LESBIANA

Eso me dijo una prima en nuestro consabido almuerzo familiar. Con veinte años, las hormonas en plena acción, se sentó al lado mío buscando esa camaradería para compartir lo que no se puede (o no se permite) con los propios padres.
- Puede tratarse de un miedo o también de una confirmación anticipada- le contesté. Realmente, no lo vas a saber hasta que no pruebes. Aunque si no quieres también es válido.
Como en todo -seguí- depende de quien sea el “portón de entrada”, quién sea ese primer bocado con el que entres al sub-mundo lésbico y cuál es la reacción ante dicha experiencia. Después de todo, cada uno construye su género, su identidad, según las experiencias que tenga, sus anhelos, sus deseos y preferencias. No hay mal ni bien en esto, simplemente es dejarse llevar.
Su cara sonrojada anticipaba una finalización abrupta del diálogo. Decidí cambiar de tema y preguntarle por quién iba a votar al siguiente día. Mala estrategia, en reuniones mejor no hablar ni de religión, ni de política ni de sexualidad.