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jueves, 3 de noviembre de 2011

¡UY NO! ES QUE SI PRUEBO, ME CONVIERTO EN LESBIANA

Eso me dijo una prima en nuestro consabido almuerzo familiar. Con veinte años, las hormonas en plena acción, se sentó al lado mío buscando esa camaradería para compartir lo que no se puede (o no se permite) con los propios padres.
- Puede tratarse de un miedo o también de una confirmación anticipada- le contesté. Realmente, no lo vas a saber hasta que no pruebes. Aunque si no quieres también es válido.
Como en todo -seguí- depende de quien sea el “portón de entrada”, quién sea ese primer bocado con el que entres al sub-mundo lésbico y cuál es la reacción ante dicha experiencia. Después de todo, cada uno construye su género, su identidad, según las experiencias que tenga, sus anhelos, sus deseos y preferencias. No hay mal ni bien en esto, simplemente es dejarse llevar.
Su cara sonrojada anticipaba una finalización abrupta del diálogo. Decidí cambiar de tema y preguntarle por quién iba a votar al siguiente día. Mala estrategia, en reuniones mejor no hablar ni de religión, ni de política ni de sexualidad.

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